sábado, marzo 20, 2010

Atraemos lo que tenemos por ser la persona en que nos hemos convertido

En el diseño de un futuro mejor, el enfoque principal de nuestro plan debe ser convertirnos en más de lo que somos en la actualidad. Si no estamos contentos con los resultados cosechados hasta el momento, tenemos que comenzar con el cambió en nosotros mismos.

Todo lo que tenemos en la vida - lo tangible y lo invisible -es el resultado directo de quienes somos. La respuesta para alcanzar una buena vida es convertirnos en más de lo que somos en este momento para, de esta manera, poder atraer más de lo que tenemos actualmente.

Si mañana perdiéramos todo lo que tenemos, podríamos reemplazarlo fácilmente. ¿Por qué? Porque adquirimos todas esas cosas como resultado de lo que somos. Suponiendo que no hayamos cambiado, con el tiempo volveremos a atraer a nuestras vidas todo lo que perdimos. La misma aplicación de nuestros conocimientos, la misma actitud, los mismos esfuerzos y el mismo plan producirán siempre los mismos resultados.

Estos puntos fundamentales deberían ser causa tanto de alegría como de alarma. La alegría se deriva del hecho que, en el momento que queramos, podemos comenzar a hacer cambios en nosotros mismos - cambios que atraerán aún más cosas buenas a nuestras vidas. La alarma proviene del hecho que si no hacemos esos cambios necesarios, si no convertimos nuestros errores en disciplinas y nuestros sueños en planes bien definidos, y en actividad inteligente y constante, estaremos siempre en exactamente el mismo lugar que ocupamos ahora. Viviremos siempre en la misma casa, conduciremos el mismo automóvil, tendremos los mismos amigos, viviremos las misma experiencias y sufriremos las mismas frustraciones y los mismos trastornos que nos han aquejado siempre, ya que nosotros no hemos cambiado. Los resultados podrán predecirse siempre, ya que los resultados siempre son determinados por la persona en que nos estamos transformando.

Hacer más es sólo parte de la respuesta que buscamos. La respuesta verdadera es convertirnos en más de lo que somos para que nuestro potencial mayor se convierta en parte integral de todo lo que hacemos. De esta manera se mejora la vida - al mejorar nosotros. No podemos tener más sin transformarnos, primero, en más. Este es uno de los fundamentos.

El éxito debe atraerse, no perseguirlo

El valor de la persona es el imán que atrae todas las cosas buenas a nuestra vida. Entre mayor sea nuestro valor, mayores serán nuestras recompensas. Ya que la manera de tener más es convirtiéndonos en más, tenemos que estar en búsqueda constante de nuevas maneras de aumentar nuestro valor. Control de nuestras pasiones, práctica de la disciplina, planeamiento, intensidad en nuestros esfuerzos, inversión inteligente de una buena parte de nuestros resultados, desarrollo de una actitud bien equilibrada, actividad constante, acumulación de conocimientos, lectura frecuente y una filosofía personal con sentido común son ejemplos de medios para aumentar nuestro valor.

Lo que debemos perseguir es más valor y no más objetos valiosos. Nuestro objetivo debe ser trabajar más en nosotros mismos que en cualquier otra cosa. A1 prestar atención cuidadosa a nuestra filosofía, a nuestra actitud y a nuestra actividad, estamos contribuyendo de manera positiva al ser en que nos estamos transformando y, en el proceso de transformarnos en más de lo que somos en estos momentos, llegar a tener más de lo que tenemos.

Nos transformamos y luego atraemos. Primero alcanzamos crecimiento personal y luego avanzamos en el campo material. Desafortunadamente, la mayoría de las personas parecen tener este plan invertido. Su filosofía es: "Si tuviera más dinero, sería una mejor persona". Esta no es la manera en que la vida ha sido diseñada. Tener más no nos transforma en más. Solamente aumenta lo que ya somos. Los que no pueden ahorrar unos centavos en la época de ingresos reducidos nunca podrán ahorrar cantidades mayores de sus fortunas futuras. Se necesita la misma disciplina para guardar unas monedas en un cajón que para abrir una cuenta de ahorros o manejar una cartera de valores.

La conversaciones acerca de nuestro progreso no nos llevarán muy lejos y las promesas de lo que vamos a lograr en el futuro nos servirán durante muy poco tiempo. Las promesas tienen que acompañarse poco después por acciones y logros. Si no se producen resultados en un período de tiempo razonable, corremos el peligro de perder la fe de otros, además del respeto hacia nosotros mismos. Podremos descubrir que aquellos que creían en nosotros ya no creen; y, al final de cuentas, tendremos sólo nuestras promesas bien intencionadas pero sin cumplir.

Vale la pena evitar una pérdida de esta magnitud. El día que descubrimos nuestras pérdidas es el día que sentimos la amargura de la negligencia. Es ese día cuándo, por fin, experimentamos las consecuencias agonizantes del engaño a nosotros mismos, de la procrastinación y de las promesas rotas.

¿Leeremos los libros, haremos los planes, utilizaremos el tiempo sabiamente, invertiremos una parte de lo que ganamos, perfeccionaremos nuestros talentos asistiremos a clases para obtener nuevos talentos, nos rodearemos de personas mejores para aumentar nuestras posibilidades de éxito? ¿Diremos la verdad, mejoraremos nuestra capacidad para comunicarnos, tendremos un diario personal y prestaremos atención a todas las virtudes que se requieren para el éxito? Si no hacemos esto, ¿estaremos satisfechos dejando que el tiempo se escurra entre nuestros dedos como granos de arena mientras lentamente vamos perdiendo confianza en nosotros mismos, el respeto de otros y, tal vez, hasta las pocas pertenencias y relaciones valiosas que nuestros esfuerzos del pasado han logrado atraer a nuestras vidas? ¿Seguiremos esperando pasivamente mientras nuestros sueños se desvanecen hasta convertirse en sólo recuerdos y mientras la esperanza se transforma en remordimiento? ¡Por supuesto qué no!

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