miércoles, marzo 31, 2010

LOS DIOSES OLVIDAN SU ORIGEN POR EL MIEDO

Así es, hermano, lo que nos frena, nos inmoviliza siempre es el miedo. Cuando entregamos nuestro poder a otros, en cualquier área de nuestra vida, sea afectiva, laboral o de
relaciones sociales, generalmente les cedemos el poder sobre
nuestra felicidad, nuestra libertad y hasta sobre nuestro desarrollo personal.

Esto lo tenemos asumido como que es lo normal, sólo porque es lo común. Porque lo venimos mamando desde que el mundo es mundo, es que lo traemos instaurado innatamente, por decirlo de alguna manera.

Por qué nos sucede esto? Por qué creemos que no nos podemos valer solos, autoabastecernos? Por qué pensamos que el otro no será feliz si no estamos en su vida? Por qué sentimos que si no nos compadecemos por el prójimo somos egoístas? Por qué necesitamos de leyes, reglas y normas morales para vivir armoniosamente?

Y la respuesta, para mí, es una sola, EL MIEDO.

El miedo a no ser reconocidos socialmente, a quedarnos “fuera del sistema” nos empuja a una lucha por la supervivencia que nos estresa permanentemente.
Debemos ser los MEJORES para que el jefe, o el cliente, o el amante nos registre, nos necesite. Porque el miedo a perder nuestra fuente de ingresos financieros o emocionales es más fuerte
que nuestra necesidad de prestar atención a lo que realmente sentimos. Son muy pocos los afortunados que viven y trabajan en lo que les gusta y AMAN. Los demás, hacemos lo que podemos. Y quizás menos aún los que viven con el ser amado.

El miedo nos mantiene anclados en relaciones viejas, de víctimas y victimarios en las cuales somos conscientes que ya no va más…. Pero el MIEDO a “hacer daño al otro” nos impide ser libres para optar, para elegir cómo y con quién queremos estar, o si simplemente queremos estar con nuestro propio yo.

El miedo a que me consideren insensible hace que deba sufrir por el otro. Porqué debo COM-PADECER al otro? Quien me pide que viva en el padecimiento ajeno? Porque no puedo, si lo deseo, simplemente AMAR al que sufre, y hacer lo que sienta que puedo por ese hermano desde el amor?

El MIEDO al castigo hace que observemos las leyes, reglas y normas morales, y sin ellas estaríamos perdidos, porque creemos que no poseemos el discernimiento para saber lo que está bien o no, lo que los demás juzgarían correcto o no, y mucho menos para conocer donde
empezaría yo y donde empezarías tú.

Si en cambio, yo creyera en MI, confiaría en que mi DIOS INTERIOR, el SEÑOR DIOS DE MI SER, reclamaría al Universo la herencia del Padre, y no necesitaría escuchar el despertador a las 6 de la mañana para marcar el ingreso a la oficina, fábrica o consultorio…, porque sería provista del sustento necesario para cubrir mis necesidades.

Si en cambio, yo me AMARA, no tendría necesidad de otorgar el poder a otro para que me haga feliz, porque entendería que el AMOR está dentro mío, y la otra persona sería el depositario de mi amor y viceversa, y tendría claro que si un día esa persona me faltara, podría
hacer un duelo por la pérdida, pero no me anclaría en el sufrimiento, porque mi
AMOR, seguiría estando dentro mío. Y quien se fuera, se llevaría lo que trajo puesto.

Si en cambio yo me RESPETARA, no necesitaría que nadie me dijera cómo cuándo y dónde hacer lo que siento, porque conocería mi espacio y el tuyo. Porque te amaría como a mí mismo, por lo que no existiría en esa realidad la necesidad de probarme nada, porque ME RECONOCERÍA COMO HIJO DEL PADRE, O DEL UNIVERSO, O COMO QUIERAS LLAMARLE, y encontraría en ti a un HERMANO.

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