martes, marzo 16, 2010

El proceso para tomar decisiones

Siempre que una idea nueva se cruza en nuestro camino, subconscientemente la colocamos en nuestra balanza mental y la pesamos para determinar el nivel en el cual actuaremos para recibirla. Aquellas ideas de mucho peso en nuestra balanza reciben atención inmediata; las ideas de poco peso reciben atención mínima o poco frecuente.

No importa cual sea el nivel de acción que determinemos es el correcto, nuestra filosofa tomará esta decisión. Si hemos fallado en nuestra adquisición de conocimientos adecuados, o si hemos fallado en perfeccionar o en aumentar los conocimientos que poseemos, un número significativo de nuestras decisiones nos pueden alejar del éxito en vez de acercarnos a él. Si tenemos inclinación a gastar tiempo considerable en cosas sin importancia o aun cantidades importantes de dinero en cosas insignificantes, es esencial que examinemos con más cuidado nuestro proceso para tomar decisiones.

El mundo está lleno de personas cuyas decisiones están destinadas a destruir sus posibilidades de éxito. Aquellos que no funcionan con base en una filosofía sólida, con frecuencia hacen lo que deben haber dejado sin hacer y no hacen lo que deben haber hecho. No establecen objetivos y prioridades. Vacilan entre una decisión y otra. Están conscientes que deberían estar haciendo algo, pero les hace falta la disciplina para convertir esta x conciencia en acción.

Los días se llenan de docenas de encrucijadas personales al tener que tomar decisiones en asuntos de poca o mucha trascendencia. Es importante recordar que todas y cada una de las selecciones que hagamos durante estos momentos de decisión marca el rumbo hacia un destino futuro. A1 igual que la suma total de nuestras decisiones pasadas nos han traído a nuestras circunstancias actuales, las decisiones que tomamos hoy nos llevarán a las recompensas o lamentaciones del futuro.

Preferencias. Decisiones. Selecciones. Cada una de ellas nos proporciona una oportunidad para determinar la calidad de nuestro futuro. Además, cada una exige que nos preparemos por adelantado para la decisión que vamos a tomar. En esos momentos de selección, son los conocimientos que hemos adquirido y la filosofía que hemos desarrollado de estos conocimientos lo que nos servirá o nos destruirá.

Es por esto que debemos prepararnos constantemente para una confrontación no anticipada con selecciones importantes. Solamente con una preparación mental cuidadosa podemos hacer selecciones sabias repetidamente. Lo que pensamos ejerce influencia sobre lo que escogemos; lo que escogemos define lo que somos y lo que somos atrae lo que tenemos. Si no estamos contentos con el lugar al cual nos han llevado nuestras decisiones pasadas, el lugar de partida es nuestro proceso de razonamiento. Conforme agreguemos nuevos conocimientos, comenzaremos a refinar nuestra filosofía. Conforme cambien nuestras creencias, cambiarán, igualmente, nuestras selecciones y las selecciones mejores produ­cirán mejores resultados.

El desarrollo de una filosofía sólida nos prepara para tomar decisiones sólidas. Al igual que un arquitecto, tenemos que aprender a imaginarnos el resultado que deseamos lograr y pasar entonces a construir una base sólida para sostener esta visión. Una vez que la visión haya sido definida claramente y la base haya sido establecida firmemente, las decisiones requeridas para completar la estructura se hacen con facilidad y sabiduría.

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