lunes, marzo 22, 2010

Los Beneficios del Sueño Lúcido

Cuando el soñador se torna consciente de las implicaciones que conlleva el hecho de tomar conciencia de que está soñando, puede ser capaz de crear sueños menos ansiosos y más gratificantes e incluso puede aprovechar el sueño para tratar de crecer interiormente mientras está soñando. Por otro lado, los informes que nos proporcionan diversos investigadores indican que las personas que son capaces de inducir cierto grado de lucidez consiguen liberarse de los sueños desagradables y de las pesadillas recurrentes. Además, el sueño lúcido también nos permite programar las experiencias placenteras y satisfacer plenamente deseos que en la vida cotidiana estarían prohibidos o serían imposibles de satisfacer.

En los niveles superiores, el sueño lúcido conlleva una serie de estados cognitivos auto reflexivos y una conciencia de libertad, seguridad y distanciamiento de las obligaciones de la vida cotidiana, que se entremezcla con una vívida experiencia perceptual, la posibilidad de acceder a los «procesos autónomos» y un poderoso impacto emocional. Es por ello que el sueño lúcido puede convertirse en un instrumento idóneo para propiciar «experiencias emocionales correctivas» que transformen la personalidad. El sueño lúcido también puede ser muy adecuado para la desensibilización de las fobias y para el ensayo de conductas más apropiadas. Garfield, por ejemplo, relata cómo los asistentes a un seminario sobre «sueño creativo» aprendieron a aplicar el principio de «afrontar y superar» las situaciones peligrosas que pudieran aparecer en sus sueños y que la mayor parte de ellos llegaron a experimentar la repercusión de este trabajo en su vida vigílica en forma de una conducta más asertiva y un aumento de la confianza en ellos mismos. La lucidez incrementa nuestra conciencia de los aspectos auto reflexivos del entorno onírico y, en este sentido, el sueño lúcido puede conducirnos a entablar un diálogo con nuestras propias proyecciones bajo la forma de los diferentes personajes soñados. Él sugirió que los pacientes podían buscar en sus sueños lúcidos una especie de «ayudante». La investigación debe confirmar todavía si los sueños lúcidos pueden provocar cambios realmente constructivos en nuestra personalidad. Sin embargo, teniendo en cuenta los recientes progresos en la inducción de la lucidez onírica, el desarrollo de este tipo de investigación parece ahora mucho más factible.

La lucidez, en suma, nos permite acceder conscientemente a la creatividad onírica y llevar a cabo experimentos para verificar el poder de nuestra imaginación, emprender aventuras oníricas o descubrir imágenes que luego pueden ser utilizadas y reproducidas mediante la actividad literaria o la producción artística.

La investigación que se ha llevado a cabo hasta el momento parece sugerir que el cerebro y, en menor medida, el cuerpo, responden a ciertas actividades oníricas de la misma manera en que lo hacen en vigilia. En este sentido, por ejemplo, me pregunto por las posibles aplicaciones médicas del sueño lúcido combinado con las técnicas de visualización que suelen utilizarse para combatir determinadas enfermedades.

Asimismo, la experiencia vigílica puede verse fortalecida mediante la toma de conciencia de las implicaciones que se derivan del hecho de soñar, es decir, mediante la comprensión de que somos los co-creadores de un mundo de experiencia que nos refleja a nosotros mismos y que, debido a su subjetividad, no es sino una entre muchas realidades posibles. De este modo, la toma de conciencia de que somos una fuente creativa nos obliga a asumir la responsabilidad que nos corresponde no sólo en lo que respecta a nuestras experiencias pasadas y presentes sino también en lo que tiene que ver con nuestra capacidad para crear la experiencia futura. La simple comprensión intelectual de esta responsabilidad puede ayudarnos a «hacernos cargo» definitivamente de nuestra vida y contribuir a mantener una actitud abierta e investigadora ante nuestras motivaciones inconscientes y nuestra conducta cotidiana.

Más Allá de la Lucidez: - El Viaje hacia la Conciencia Pura

Si es correcta la teoría de que el sueño lúcido no es más que un simple peldaño en el continuo de la conciencia humana, deberíamos entonces plantearnos al menos dos preguntas: ¿Qué es lo que viene después del sueño lúcido?, y ¿Por qué debemos esforzamos en tratar de conseguirlo?

La evolución de la conciencia de uno mismo no concluye en la lucidez sino que prosigue hasta un estado de conciencia más sosegado y ecuánime que parece carecer de límites y que ha recibido el nombre de testigo.

Para explorar exhaustivamente este continuo - que abarca de la lucidez hasta el testigo - Gackenbach, Robert Cranson y Charles Alexander se ocuparon de registrar las respectivas experiencias oníricas de cinco grupos de practicantes de meditación trascendental y cuatro grupos de control. Su objetivo era el de tratar de determinar las características distintivas del sueño lúcido y del hecho de ser testigo durante el sueño y durante el sueño sin ensueños. Sus conclusiones fueron las siguientes:

• Un sueño lúcido es aquél en el que podemos pensar activamente en el hecho de que estamos soñando.

• Un sueño del que somos testigos es aquél en el que experimentamos un estado de conciencia interior tranquilo y relajado que se halla completamente desvinculado del contenido y del desarrollo de la experiencia onírica.

• El estado de ser testigo de un sueño sin ensueños se caracteriza por el hecho de experimentar un estado de conciencia, o de alerta, relajado y sereno.

Veamos ahora algunos ejemplos relativos a cada uno de los tres casos proporcionados por practicantes de MT.

Sueño lúcido: «Durante un sueño, me di cuenta súbitamente de que podía mantenerme separado del sueño. Entonces comencé a manipular el argumento y los personajes para crear el tipo de situación que deseaba».

Conciencia-testigo en el sueño con sueños: «En ocasiones, independientemente de los contenidos de mi sueño, mi conciencia se halla tan sosegada que termina distanciándose progresivamente de ellos. A veces, sin embargo, sigo incluso atrapado en ellos pero la sensación de paz interior permanece».

Conciencia-testigo en el sueño profundo: «Es una sensación pura de gozo y de expansión infinita. En ese momento, soy consciente de que existo pero también de que carezco de una individualidad separada. Luego, gradualmente, voy tomando conciencia de mi personalidad pero ignoro todo lo relativo a quién, qué, dónde, cuándo, etcétera. Poco a poco, todos estos detalles comienzan a perfilarse con claridad y finalmente termino despertando».

Los investigadores descubrieron que este tipo de fenómenos se presentaban con mayor frecuencia entre los meditadores que entre quienes formaban parte de los grupos de control (que no estaban comprometidos en ningún tipo de práctica meditativa). No obstante, ambos grupos aportaron más testimonios relativos a sueños lúcidos que al estado de conciencia -testigo (tanto en el sueño como en el sueño profundo). Este descubrimiento apoya la hipótesis de que el sueño lúcido resulta de más fácil acceso independientemente del entrenamiento o de las habilidades personales y, por consiguiente, puede ser considerado como un trampolín para acceder a otras experiencias.

Para poder someter a examen los tres estados de conciencia onírica, Gackenbach, Cranson y Alexander estudiaron a un grupo de meditadores avanzados. Hay que decir, en primer lugar, que la sensación de separación era mucho más frecuente en los sueños en los que se manifestaba la conciencia -testigo que en los sueños lúcidos, como si el hecho de ser testigo impusiera una distancia con respecto al sueño o, como dijo un meditador: «El sueño y yo somos dos realidades diferentes».

Otra diferencia importante tenía que ver con las emociones positivas. Aunque los sueños lúcidos presentaban aspectos muy positivos, lo cierto es que aquellos otros en los que el sujeto era testigo del sueño eran todavía más positivos. El sentimiento que acompaña a estos dos últimos estados nos recuerda la noción de «beatitud» - un término, por otra parte, muy utilizado por los sujetos que habían experimentado la conciencia -testigo y que, por el contrario, jamás fue utilizado por quienes habían experimentado sueños lúcidos - de la que nos hablan las religiones orientales. Por otra parte, el posible control sobre los sueños es mucho más frecuente en los sueños lúcidos que en aquellos otros en los que se manifestaba la conciencia -testigo. Es como si, durante la lucidez, la «voluntad» - la capacidad volitiva de nuestro ego individual - pareciera controlar los pensamientos y los deseos mientras que, en el estado de la conciencia -testigo, por el contrario, nos sintiéramos completamente plenos y no tuviéramos el menor deseo de involucrarnos en el sueño.

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